Templo de la Veracruz de O Carballiño

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Construcción: 1943-1957

Culminada su construcción años después del fallecimiento del arquitecto en 1945, este templo fue terminado gracias, en buena medida, al empeño de su promotor, el párroco D. Evaristo Vaamonde, así como por la iniciativa vecinal en su financiación o el buen hacer y generosidad del constructor y maestro de canteros Adolfo Otero y su familia.  La idea, que inicialmente impulsó la creatividad de Palacios para este proyecto, era la de convertir a la villa de O Carballiño en lugar de peregrinación. Con ese objetivo diseñó Palacios, para el lugar, una ordenación urbanística específica que finalmente no pudo ser llevada a cabo.

En este templo, similar en multitud de aspectos al Templo votivo del Mar de Panxón, pertenece a un desarrollo formal que aflora casi de manera idéntica en otros muchos proyectos del arquitecto, propuestas en las que parece repetir, insistentemente una misma fórmula en la resolución estructural de los mismos: el proyecto del Monasterio de la Visitación de las Salesas reales de Vigo (1942), el proyecto de la Iglesia de San Fausto en Chapela, Redondela (1944), el proyecto de la Parroquial de San Francisco de Santander (1940)… 

De nuevo encontramos, en uno de los edificios considerados de estilo “regionalistas” de Antonio Palacios, una misma serie de características permanentes y que afloran sin demasiadas variaciones formales:

 

– Lenguaje de inspiración medieval.

– Una torre como elemento definidor, estructural y simbólicamente, del edificio. En esta ocasión bajo unas dimensiones considerablemente más elevadas que en otros ejemplos similares, como pudiera ser el Templo votivo del Mar de Panxón.

– Accesos porticados que, por lo general, se sitúan en la base de la torre.

– Grandes contrafuertes en los ángulos de la torre.

– Cuidado especial en la presentación del granito

CUADERNO DE CAMPO - Nota n. 1 09/07/2024:

"Sobre el comportamiento de la luz en el templo de la Veracruz"

El 31 de mayo del año 2024, a 20 días del solsticio de verano, se celebró en el templo de la Veracruz de O Carballiño un evento articulado a partir de tres propuestas complementarias. El conjunto de las actividades fue desarrollado, simultáneamente, como un ejercicio de investigación en el espacio arquitectónico y como uno de los primeros actos inaugurales del proyecto Atlas Palacios 2024-2026. Tras una charla informativa sobre el planteamiento general del proyecto, dio inicio el despliegue de una instalación audiovisual efímera y de un concierto en directo de la Coral Polifónica del Casino de O Carballiño. La función de la música no era la de servir como simple acompañamiento a la instalación sino la de establecer una pauta temporal (también espacial) que condicionase el seguimiento y las posibles lecturas en la articulación de la misma.

El evento dio inicio a las 21:00h. Tras los 45 minutos que ocupó la charla de presentación, el paulatino oscurecimiento del templo (se dispuso que su interior, durante la actividad, fuese iluminado únicamente por luz natural) permitió al público asistente observar no solo un incremento gradual en la percepción de las imágenes que daban forma a la instalación, sino también el modo en que la luz se desplazaba en el interior del templo al atardecer. La claridad diurna fue abandonando el interior del edificio mientras dibujaba en las superficies pétreas una secuencia de destellos, en lento barrido; una coreografía de luces puntuales. El extremo final de ese movimiento terminó concentrándose en cuatro de los vanos que esta iglesia presenta en su ábside. Estas cuatro vidrieras rectangulares, en esos instantes, se comportaban como embudo absorbente de la luz, como un vértice de fuga o auténtico «tragaluz» final en su recorrido.

Un corazón de luz en su interior.

La orientación que presenta el templo, dispuesto su eje principal en dirección Noroeste, permite que el desplazamiento del sol, en su puesta, distribuya de una manera tan acertada el movimiento de la luz en torno a la zona del ábside en el edificio: dada la simbología «cenital» que acompaña a la zona de su cabecera en cualquier edificio religioso, existe en este punto y en este momento una convergencia ideal. Tanto a nivel formal como conceptual, en esta obra de Antonio Palacios (y durante ese instante concreto del atardecer, al comienzo de la época estival) la luz clausura el día en el interior del templo como un último hálito de vida que abandona el espacio arquitectónico a través de su «cabeza», de su cumbre (en cuanto al plano horizontal de su diseño). 

Esta interpretación determinó, en buena medida, la ubicación de los cuatro apéndices que conformaban la instalación audiovisual: una proyección principal, realizada sobre una pantalla cinematográfica elevada frente al altar mayor; dos proyecciones laterales, sobre amplias banderolas rectangulares (de gasa), que flanqueaban a la proyección principal y una última proyección sobre la cúpula que corona el ábside. También el horario y calendario del evento formaban parte, igualmente, de las «herramientas» que terminaron por estructurar la propuesta de instalación en el tempo de la Veracruz.

Imagen 1: dibujo de la planta de la Veracruz realizada por Antonio Palacios en tinta aguada y acuarela sobre copia heliográfica (archivo familia Otero).

Imagen 2: distribución espacial de los cuatro focos de proyección de la instalación audiovisual.

Imagen 3: vista aérea del templo en el que se señala su orientación en dirección NO.

En base a la interpretación propuesta, a propósito del modo en que la luz del edificio se repliega en su interior al atardecer, el papel que parece desempeñar la zona del baldaquino en su centro equivaldría al de un inmenso diafragma, o hasta el de un corazón, labrado en piedra. El arco de los apóstoles, que separa a ese espacio central del templo de la nave que conduce al coro, sería a su vez el umbral que delimita el principal radio de acción del corazón lumínico en el centro del edificio. Una centrifugadora de luz que temporiza y espacia, en el interior, la luz del día. A su vez, ya en el transito en donde se enfila la parte más «abdominal» de la estructura arquitectónica (el acceso a la entrada porticada que se encuentra bajo la torre en su base), entre el monumental arco parabólico coronado de hornacinas con figuras apostólicas y el coro alto, la luz es un ser distinto; un apéndice más silencioso, secundario, de la coreografía lumínica central.

En algunas de las primeras imágenes que se conservan del templo, como aquellas que documentan su construcción y que se encuentran en los archivos de la familia Otero, estas metáforas que observan desplazamientos orgánicos en la estructura arquitectónica del edificio, cuando ésta se ve animada por el riego y la circulación de la luz, resultan más evidentes.

Anexo - secuencia (en 56 frames) de una instalación audiovisual fundida en el corazón lumínico del templo:

CUADERNO DE CAMPO - Nota n. 2 10/07/2024:

"La música como medio de exploración espacial"

Tal y como señalamos en la nota n. 1 de este cuaderno de campo, el evento (institucional y de investigación) celebrado en el templo de la Veracruz de O Carballiño, el 31 de mayo de 2024, contó también con las «herramientas» de exploración espacial y temporal que contiene la música. La Coral Polifónica del Casino de O Carballiño, dirigida por Jaime González Pichel, interpretó un repertorio dividido en tres bloques temáticos («música religiosa», «cantos gallegos» y «músicas del mundo») que incluían composiciones de Giovanni Pierluigi da Palestrina, Roger Emerson, Rogelio Groba, Julio Domínguez, Arlindo Teixeira, Juan del Encina, Georg Friedrich Häendel…

La música, en cuanto medio que permite sondear de un modo particular la composición de un espacio, y más allá de otros muchos argumentos que el sonido es capaz de revelar in situ, evidenció en el encuentro el carácter de «gruta» o «cueva labrada en la piedra» que presenta este templo ideado por Antonio Palacios. Una impresión sobre la que han reflexionado distintos especialistas en la obra del arquitecto; en especial, a propósito de este templo en O Carballiño. 

Recordemos lo que Ramón Andrés, por ejemplo, apunta en su libro El mundo en el oído, a este respecto: «en el Tíbet existía la costumbre, testificada ya desde el siglo VII d. C., de excavar en las paredes de las cavernas unas pequeñas oquedades destinadas a que resonaran en ellas unos címbalos similares al llamado bud-chel, aunque de menor tamaño, y es fama que los monjes jainitas de la India hicieron de las grutas su morada y espacio de meditación, y que con el paso de los años adquirieron para éstos la condición e importancia de santuarios. Es notoria, como imitación de dicho hábito, la construcción de lugares sagrados perforados en las rocas, tal como sucede en la india Badani o en la jordana Petra…» (Ramón Andrés, El mundo en el oído. El nacimiento de la música en la cultura. Editorial Acantilado, Barcelona, 2008). Resulta fundamental no olvidar que el sonido actúa en la conformación de un espacio.

El fragmento de vídeo que a continuación ofrecemos contiene la interpretación de la canción «Nerea Izango Zen» o «Txori Antxori», como fue titulada originalmente la pieza por su autor, el poeta y músico vasco Mikel Laboa. El coro siguió una versión basada en los arreglos que sobre la misma realizó Javier Busto. 

Constelaciones / Semillas / Gestos / Movimientos

«La tendencia, solo en su apariencia externa puramente artística, a la recuperación de los claros contornos del del lenguaje gestual condujo por sí sola, es decir, conforme a la lógica interna de las cadenas rotas, a un lenguaje de formas que se adecuaba al fatalismo trágico, estoico, de la Antigüedad…»

(Aby Warburg, introducción al Atlas Mnemosyne

*El conjunto de imágenes que ilustran los trabajos de construcción del templo pertenecen al archivo de la familia Otero. Se encuentran publicadas en el libro de Adolfo Otero Cerdeira Santuario de la Veracruz de Antonio Palacios (Xunta de Galicia, 2003)

Con el apoyo del Excmo. Ayuntamiento de O Carballiño