“El simple edificio aislado interesa especialmente a la entidad o al mecenas que lo eleva; pero esas grandes organizaciones arquitecturales en que numerosos edificios se agrupan en magnífico concertante -como en las ordenaciones orientales de la India, del México azteca, la China o Egipto, de las acrópolis griegas y foros romanos; modernas plazas, burgos regios, parques, avenidas-, esto interesa, emociona y estimula con cívico orgullo a toda una ciudad o a una nación entera…”
Antonio Palacios
El 31 de mayo del año 2024, a 20 días del solsticio de verano, se celebró en el templo de la Veracruz de O Carballiño un evento articulado a partir de tres propuestas complementarias. El conjunto de las actividades fue desarrollado, simultáneamente, como un ejercicio de investigación en el espacio arquitectónico y como uno de los primeros actos inaugurales del proyecto Atlas Palacios 2024-2026. Tras una charla informativa sobre el planteamiento general del proyecto, dio inicio el despliegue de una instalación audiovisual efímera y de un concierto en directo de la Coral Polifónica del Casino de O Carballiño. La función de la música no era la de servir como simple acompañamiento a la instalación sino la de establecer una pauta temporal (también espacial) que condicionase el seguimiento y las posibles lecturas en la articulación de la misma.
El evento dio inicio a las 21:00h. Tras los 45 minutos que ocupó la charla de presentación, el paulatino oscurecimiento del templo (se dispuso que su interior, durante la actividad, fuese iluminado únicamente por luz natural) permitió al público asistente observar no solo un incremento gradual en la percepción de las imágenes que daban forma a la instalación, sino también el modo en que la luz se desplazaba en el interior del templo al atardecer. La claridad diurna fue abandonando el interior del edificio mientras dibujaba en las superficies pétreas una secuencia de destellos, en lento barrido; una coreografía de luces puntuales. El extremo final de ese movimiento terminó concentrándose en cuatro de los vanos que esta iglesia presenta en su ábside. Estas cuatro vidrieras rectangulares, en esos instantes, se comportaban como embudo absorbente de la luz, como un vértice de fuga o auténtico «tragaluz» final en su recorrido…
«El acto de interponer una distancia entre uno mismo y el mundo exterior puede calificarse de acto fundacional de la civilicación humana; cuando este espacio interpuesto se convierte en sustrato de la creación artística, se cumplen las condiciones necesarias para que la conciencia de la distancia pueda devenir en una función social duradera. La suficiencia o el fracaso de la cual como instrumento espiritual orientador determina el destino de la cultura humana.»
(Aby Warburg, introducción al Atlas Mnemosyne)